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Aunque algunos organismos han tildado el tráfico ilícito de patrimonio cultural como un delito emergente, lo cierto es que su existencia es tan antigua como muchas de las civilizaciones que hoy nos ocupan al estudiar este ilícito. Desde que existe patrimonio cultural, existe el delito de robo de arte, hasta el punto que faraones y emperadores llegaron a prohibir y castigar a todo aquel que lo llevara a cabo.

El rasgo distintivo de esta dinámica delictiva en la actualidad es su carácter trasnacional: junto con armas, drogas, personas… el patrimonio cultural cruza fronteras de forma ilícita, despojando a algunos estados para enriquecer a otros. Así, los delincuentes especializados en este ilícito que residen en estados que son ricos en patrimonio cultural son la primera parte de una cadena que finaliza en los grandes núcleos de compra y venta de arte (Inglaterra, Francia, los Estados Unidos, entre otros). Una cadena formada por expoliadores, intermediarios, marchantes de arte o coleccionistas sin escrúpulos.

El tratado de la UNESCO contra el tráfico ilícito de patrimonio cultural nació hace cincuenta años en 1970 para intentar frenar este problema: un problema que ya estaba siendo alertado por arqueólogos e historiadores del arte, quienes se daban cuenta que muchos de los bienes culturales que estudiaban sobre el terreno estaban desapareciendo a gran velocidad. Y es que el comercio con el patrimonio cultural después de la segunda guerra mundial fue de tal magnitud y tan poco regulado que acabó desembocando en este importante texto legal, con el objetivo de restringir el mercado del arte y desarrollar mecanismos para la restitución y el retorno de objetos artísticos robados e ilícitamente traficados.

Desde los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya queremos celebrar esta efeméride mientras nos preguntamos cuáles son los retos de futuro del tratado: globalización, estados sumidos en conflicto armado, financiación del terrorismo… Por ello, en este acto contamos con la visión de expertos que conocen este campo desde la perspectiva criminológica, jurídica, arqueológica o policial. Un acto que permitirá a los asistentes conocer el interesante mundo del mercado negro del patrimonio cultural traficado y profundizar en sus cuestiones más candentes